Eugenia dejó de hablar, se había asombrado por
lo que Peter acababa de hacer. La había agarrado de la muñeca y tirado hacia
él, abrazándola entre sus brazos. Aferrándola a su cuerpo, conteniéndola de la
única forma que sabía hacerlo. Los dos permanecieron abrazados durante un largo
tiempo. Ella estaba cautiva del sonido de los latidos del corazón de Peter, no
tenía la oreja pegada a su pecho pero podía oírlos a la perfección. Estaba
nerviosa y temblaba, parecía cómo si fuera la primera vez que lo había
abrazado, aunque si era la primera vez desde que él había formado aquellos
brazos que nada más verlo daban ganas de que te rodearan el cuerpo para
sentirlos alrededor. La muchacha empezaba a sentirse un poco acalorada, pero no
deseaba apartarse de él; así que no lo hizo.
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-En serio, no comprendo a Peter, ¿por qué no
quiere decirle que no la engañó?-preguntaba Candela sin comprender las
intenciones de su amigo.
-Dice que no quiere hacerle más daño, y
prefiere continuar así como están. Yo pienso igual que tú pero si él no quiere,
no quiere. Así que tenemos que intentar entenderlo y guardarle el secreto.
-Si, supongo que sí-suspiró.
-Pero bueno, no hablemos de esto. ¿Por qué no
vamos a ver si ya han hablado para cenar?
-Si, será mejor que cenemos antes de que se
enfríe-sonrió y lo besó.
Tras separar sus labios, se levantaron y
fueron a la cocina. Al entrar, vieron a Peter y Eugenia abrazados. Candela
sorprendida, miró a Luca y luego volvió la mirada otra vez a sus amigos.
-¿Habéis vuelto?-preguntó haciendo que Eugenia
abriese los ojos.
-¿Qué? No, no-contestó Peter alejándose de la
muchacha.-Solo nos estábamos abrazando tampoco es para tanto. Además, no sé si
sabías pero ella tiene novio.
Esas palabras hicieron que a Candela se le
borrase la amplia sonrisa.
-No es mi novio-lo corrigió Eugenia mirándolo.
-¿Quién es?-preguntó Candela.- ¿Cómo se llama?
-Es Agustín, el compañero de trabajo de los
chicos.
-¡Vaya! No lo conozco mucho pero seguro que estaréis
muy enamorados-sonrió.-Te felicito.
-Gracias pero todavía no somos nada.
-Bueno, tiempo al tiempo. Quizás algún idiota
se tiene que atrever a contarte la verdad.
-¿Cómo?-preguntó Eugenia sin entenderla.- ¿Qué
verdad?
-Nada-contestó Luca.-Cosas de Candela-sonrió.
-No, contadme qué pasa-insistió Eugenia.
-Nada, Euge. Tonterías mías. Olvídalo-comentó
Candela.- ¿Cenamos?-dijo para cambiar de tema.
Eugenia se quedó callada mirando a su amiga,
que le dirigía una mirada de pocos amigos a Peter. Algo estaba pasando pero no
quería estropear aquella noche insistiendo en el tema. Así que sonrió e ignoró
lo que había pasado, al menos por el momento. Los chicos empezaron a cenar, tras poner los
cubiertos en la mesa y mientras cenaban se divertían contando todo lo que les
había pasado en ese tiempo. Las horas pasaban más rápido de lo que creían,
cuando se acercaban las dos de la mañana, Peter creyó que ya iba siendo hora de
volver a casa.
-Euge, no quiero ser aguafiestas pero ya va
siendo hora de que nos vayamos a casa, ¿no crees?-hizo una pausa.-Mañana Luca y
yo tenemos que ir a trabajar muy temprano.
-¿Qué? No, quedaros un rato más-sugirió
Candela.
-Peter tiene razón, tenemos que irnos ya-miró
a su amiga.-Yo mañana no trabajo pero me voy a levantar temprano para preparar
la tarta porque por la tarde no voy a poder-comentó Eugenia.
-¿Qué tarta?-preguntó la muchacha.
-La tarta para la fiesta de cumpleaños de
Agustín.
-Oh, cierto. Mañana es su cumpleaños
-Si-sonrió.-En fin, nos marchamos ya.
Los chicos se despidieron y Eugenia y Peter se
fueron. Cuando estaban yendo hacia el coche, ella llamó a Agustín.
-Mi amor, hola. ¡Felicidades!
-Gracias, preciosa.
-¿Cómo estas?
-Bien, aquí con unos amigos.
-¡Ah, qué bien! ¿Ya estáis celebrando tu
cumpleaños?-hizo una pausa.- ¿Te lo estás pasando bien?
-Si, fenomenal pero me faltas tú.
-¡Oh, qué mono! Se acuerda de mí.
-Siempre-hizo una pausa.-Oye, Euge, te tengo
que dejar. Mañana por la mañana ¿nos vemos, no?
-Si, claro. Chau, besos.
Eugenia pulsó el botón rojo mientras alejaba
el móvil de su oreja. Peter le abrió la puerta del coche y esperó a que
entrase, mientras le preguntaba:
-¿Aún no le dices ‘te quiero’?
Eugenia lo miró, le sonrió y entró en el coche
agradeciéndole la amabilidad de abrirle la puerta ignorando su pregunta. El muchacho
rodeó el coche y entró.
-Bedoya-dijo Eugenia mientras se ponía el
cinturón de seguridad.- ¿Te puedo hacer una pregunta?
-Dime-dijo arrancando el coche.
-¿Qué quiso decir Candela con que algún idiota
tendría que atreverse a decirme la verdad?
Peter sonrió.
-Sabía que me ibas a hacer esa pregunta…habías
insistido muy poco cuando tuviste la oportunidad de saberlo.
-Es que noté a Candela un poco alterada con el
tema y…no sé, la veía como enfadada y no quería estropear la noche.-hizo una
pausa.- Pero bueno, ¿y qué?
-Y nada, Eugenia. Si quieres saberlo
pregúntaselo a ella; yo no soy quién para decírtelo.
-Vamos, Peter. No seas así. Dímelo, al fin y
al cabo somos todos amigos y todo quedaría entre nosotros.
El muchacho había frenado en un semáforo en
rojo y aprovechó para mirarla fijamente mientras le preguntaba:
-¿Estas segura de que todos somos amigos?
-Bueno, sé que me fui durante cinco años y que
la relación no es la misma. Es evidente pero puedes confiar.
-No dudo de tu confianza pero, en serio, pregúntaselo
a ella.
-Está bien-comentó Eugenia entristecida.-Pero,
en fin, cambiando de tema-volvió a sonreír.-En una parte de esta noche, Candela
me estuvo comentando y explicando con detalles tu faceta de mujeriego-Peter
tenía la mirada puesta en la carretera.-Y bueno, hoy te quedas sin ligue. ¿Qué
tal si vamos a algún bar y te ayudo a ligarte a alguna chica?
-¿Qué?-preguntó él mirándola sorprendido por
lo que había escuchado.
En ese momento, Peter se echó a reír.
-Creo que las burbujas de la coca-cola que te
has tomado, se te han subido a la cabeza-bromeó.
-Tonto-le pegó en el brazo.-Lo digo en serio.
Yo te puedo ayudar.
-Te agradezco pero yo trabajo solo-le guiñó el
ojo.
-¿Qué pasa? ¿El señorito tiene miedo de darse
cuenta que con mi ayuda puede ligar más fácilmente y más rápido?
Peter sonrió moviendo la cabeza.
-Será mejor que te lleve a casa de inmediato
antes de que se te ocurra otra idea disparatada-comentó el muchacho.
-Bueno, peor para ti. Hoy duermes solo.
-Euge, creo que tienes una idea equivocada de
mí. No soy de esos hombres que tiene que estar con una chica distinta noche sí
y noche también. Yo salgo, me divierto y si tengo la suerte de regresar a casa
con alguien, pues mejor.
-Según me contó Candela, hace un tiempo eras
ese hombre hasta que…
-Si, era así hasta que me tropecé contigo
aquel día-Peter estacionó frente a la casa de Eugenia, ya habían llegado.
-¿Cómo?-la muchacha lo miró sonriendo.-Candela
me había dicho que habías cambiado porque conociste a una camarera. Luna creo
que me dijo que se llamaba.
Peter se quedó callado mirando hacia delante
tratando de pensar qué decirle.
-Ya hemos llegado-comentó él saliendo del
coche.
El muchacho trató de abrirle la puerta a
Eugenia pero antes de que pudiera, ella se bajó y cerró la puerta apoyándose en
ella.
-¿Vas a evitar el tema o me lo vas a
explicar?-preguntó Eugenia mirándolo.
-Explicar, ¿el qué?
-Explicar si es cierto que dejaste tu faceta
de mujeriego por mí.
-Bueno, tampoco vale exagerar. Lo deje
temporalmente, dos o tres días nada más, porque me encerré en mi mismo y solo
deseaba saber si eras tú y ahora a penas estoy con chicas por respeto a Luna.
-¿Y querías que fuera yo?
-Sí, no sé-contestó Peter mirando hacia otro
lado, tratando de evitar mirarle a los ojos.
Eugenia se dio cuenta de que ese tema le
incomodaba, así que sonrió y le cambió de tema:
-Gracias por lo de esta noche.
-Pero si no he hecho nada.
-Claro que sí, más de lo que te piensas-le
sonrió y empezó a caminar hacia el portal de su edificio con Peter a su lado.
-Bueno, entonces, de nada.
Eugenia buscó las llaves dentro de su bolso,
las encontró y abrió la puerta.
-¿Nos vemos mañana?-preguntó ella mirándolo.
-Si, claro. Nos vemos mañana. Adiós.
Peter se acercó y le dio un beso en la
mejilla. Eugenia se quedó en la puerta viendo como se iba hacia el coche. Cuando
entró y arrancó, la muchacha se despidió con la mano para después entrar en su
casa. Peter a los minutos llegó a su
casa y al entrar, marcó el número de su amiga Candela en su móvil. Pulsó
el botón verde y se acercó el móvil a la oreja.
-¿Si?-preguntó ella al atender.
-¿Se puede saber por qué le has contado a
Eugenia sobre mi ‘faceta mujeriega’?
-¿Qué? No, si yo no…
-¡Vamos, Candela! No sabes mentir.
-Bueno, lo siento-se disculpó.-Ella me había
preguntado por Mariana y como nos habías dicho a Luca y a mí que no dijésemos
nada sobre el tema, lo primero que se me ocurrió para cambiar de asunto fue
eso; tu faceta mujeriega. Perdón.
-¿En serio te preguntó por Mariana?-dijo
sentándose en su sofá y quitándose los zapatos.
-Sí, me preguntó qué había pasado con ella y
bueno, le dije que se había ido lejos y cuando me preguntó por el bebé que
esperaba, cambié de tema.
-Gracias, Cande-hizo una pausa.-Y mira, si te
vuelve a preguntar, mantén la idea de que se fue lejos y si te pregunta por
qué, le dices que fue porque perdió el bebé, ¿vale?
-¿Qué? Pero, ¿no sería más fácil decirle la
verdad?
-¡No!
-Jolín, pero ¿por qué no?
-¡Candela!-le reprimió mientras se
desabrochaba la camisa.
-Está bien-murmuró.-Y por cierto, mañana me
vas a llevar a la casa de Eugenia.
-¿Y eso por qué?
-Porque le voy a ayudar a hacer la tarta para Agustín.
-¡Qué te lleve Luca!
-No, porque él no sabe dónde vive y quiero que
me lleves tú. Así que mañana a las diez pasa a recogerme-Peter resopló.-Gracias,
eres un sol.
-Al fin has llegado-dijo una voz femenina a
espaldas del muchacho que hablaba por teléfono.
-¿Quién es?-preguntó Candela al escuchar a la
chica.
-Nadie-contestó de inmediato Peter.-Te tengo
que colgar, mañana hablamos.
El muchacho pulsó el botón rojo y dejó el
móvil encima del sofá. Sintió unas manos deslizarse por su torso desnudo y
sonrió sabiendo lo que venía a continuación.
A la mañana siguiente, Peter fue a recoger a
Candela para llevarla a casa de Eugenia, cómo habían quedado la noche anterior.
Al llegar, él estacionó delante del edificio y se bajaron.
-¿Te vas a quedar?-preguntó Candela al verlo
ir hacia el portal a su lado.
-Si, no tengo que entrar a trabajar hasta las
doce.
-¿Cómo? Pero, si ayer por la noche dijiste que
tú y Luca teníais que entrar a trabajar temprano.
-¿Yo dije eso?-preguntó haciéndose el
tonto.-No…
-O sea que era mentira-Candela lo miró
boquiabierta.- ¡Ya entiendo! Querías volver temprano a casa por esa guarra que
te estaba esperando ¿no?
-Oye no llames guarra a Luna, es una chica
fantástica-comentó Peter pulsando el botón de la casa de Eugenia.
-¿Fantástica? Ya, claro-habló irónicamente.-
¡Cómo te odio, Peter! Podríamos estar todos felices y en pareja. Yo con Luca,
tú con Eugenia, pero no.
-¿Si? ¿Quién es?-preguntó alguien por el
telefonillo.
Candela no lo oyó y continúo hablando.
-Pero no,-Peter trató de callar a
Candela.-Porque eres un completo idiota que no se atreve a decirle la verdad a
Eugenia, no vaya a ser que se de cuenta de que eras buena persona en el pasado
y que no le metiste los cuernos.
-¿Cómo?-preguntó la persona que permanecía con
el telefonillo en la mano.
Candela esta vez si escuchó que alguien había
hablado. Miró a Peter tapándose la boca porque sin querer había metido la pata.
El muchacho se llevó las manos a la cintura y le devolvió la mirada a Candela,
con mala cara. La quería matar en aquel momento.
me encantaaa!! que bueno que allas salido de tu bloqueo jajaja espero llegue luego el beso eugeter ñ.ñ
ResponderEliminarme encantaria que me avises cuando subas aunque me meto todos los dias xD mi twiter es @EugePeters1
mE ENCANTA!!! quiero beso eugeter
ResponderEliminareres una GENIA!!! mas nove porfavor
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