miércoles, 8 de agosto de 2012

Capitulo 63: La verdad

Capitulo anterior:

Eugenia estaba en su cuarto terminando de hacer los deberes para el día siguiente, cuando Darío entró por el balcón de la habitación, gritando con alegría:
-¡Lo encontré! ¡Lo encontré!
-¿El qué?-preguntó Eugenia dejando sus cuadernos a un lado para coger la hoja que el muchacho traía en la mano.
-Encontré por qué Mariana quería huir de la fama-se sentó en la cama.
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-¿En serio?-preguntó Eugenia mirando la hoja.-Pero, ¿dónde?
-En internet. Si aquel día hubieses buscado bien, lo hubieses encontrado.
-Bueno, eran como quinientas páginas tampoco tenía tantas ganas de saber sobre la vida de esa tonta-comentó mirando al chico.
-¿Segura?-preguntó quitándole la hoja de la mano antes de que pudiera empezar a leer.
-Bueno, ahora que lo has encontrado tampoco me importaría saberlo-sonrió.
-Vale, pero mejor te lo cuento yo.-ella asintió.-Verás, según pone aquí Mariana decidió alejarse de la fama por dos motivos. El primero porque la madre era ludópata y se gastaba más de la mitad del dinero que su hija ingresaba en el banco.
-¿En serio?-preguntó sorprendida.
-Si, y por lo visto Mariana se cansó de trabajar para que su madre se gastase el dinero en las maquinas de los recreativos y por eso dejo Argentina y se vino a vivir aquí con el padre-hizo una pausa.- ¿Nunca te habías preguntado donde estaba la madre?
-La verdad es que si, siempre me lo pregunté pero pensaba que había muerto o algo y por eso nunca me había atrevido a preguntarle nada.
-Si yo también pensaba algo por ese estilo-comentó Darío.
-Y bueno, ¿cuál fue el segundo motivo?
-El segundo y más fuerte, fue porque Mariana acosó a un chico que le gustaba hasta el punto de mandar a alguien de confianza a pagar al tío para que saliera con ella.
-¿Qué?-preguntó sorprendida.- ¿En serio?-Darío asintió.-Pero, ¿no es un poco bastante fuerte eso?
-Si, pero eso decía en internet; aunque mucho no me lo he llegado a creer.
-La verdad que no me sorprendería, porque ¿qué quieres que te diga? Siempre me pareció raro que conociese a Peter en la playa y que casualmente acabase viviendo en la misma calle y acabase yendo al mismo instituto que él, con todas las calles e institutos que hay en esta ciudad.
-¿Qué insinúas?-preguntó Darío.
-Que no me extrañaría que Mariana hubiese mandado a un tío de esos que tiene para que averiguara sobre Peter y por eso acabase viviendo donde vive.
-Se nota que te cae bien, eh-dijo Darío con sarcasmo.-Y bueno, al acosarlo los padres del chico denunciaron a la madre y se acabaron enterando todos, y según internet, Mariana fue portada de varias revistas durante semanas por ese acontecimiento.
-Mariana, acosadora. Qué raro, ¿no?-dijo Eugenia yendo hacia su ordenador para encenderlo.
-Aunque la verdad, no sabemos si eso es cierto, se lo pudo haber inventado cualquier persona que no le gusta o no le cae bien Mariana-dijo Darío.
-Pero, ¿en serio crees que alguien sería capaz de hacer eso?
-No sé, gente más rara he visto.-hizo una pausa.-Pero Euge piensa un momento. Podríamos decírselo a mi hermano y se alejaría de ella.
-¿Qué? No. Darío, no vamos a decir nada. Esto va a quedar entre tú y yo, ¿entendido?-dijo Eugenia.
-Está bien-resopló.-Y bueno, ¿cómo está la persona más hermosa de esta habitación después de mí?
-Gracias por el halago-habló con ironía.-Y estoy bien, ¿tú?
-Triste.
-¿Y eso?
-Es que tienes muy mala suerte, Euge.
-Lo sé, y gracias por recordármelo. Pero, ¿por qué lo dices exactamente?
-Pues porque es cierto-suspiró.-Aish, si no fueses la ex de mi hermano ¡cómo te estaría tirando la caña! Es que las mujeres sois más vulnerables cuando estáis deprimidas.
-¡Qué lastima! Lo que me estoy perdiendo-habló con ironía.
-Ni que lo digas, muchacha.
-No eres más tonto porque no te entrenas.
-Y anda que tú, tontita.
-Tontita-repitió la rubia.-Así era como Peter me llamaba-se entristeció.
-No, Euge, no empieces a llorar. Venga, alegra esa cara.
-Si, si yo estoy alegre-dijo intentando convencerse a sí misma y dibujando una falsa sonrisa en la cara.- ¿Ves?
-¡¡Darío!!-gritó Peter desde su balcón.-Mamá te está llamando para que vengas a cenar.
-¡Voy!-gritó Darío en señal de que lo había escuchado.-Bueno, tengo que irme, luego si quieres vengo, ¿vale?-le sonrió y le dio un beso en la mejilla.
Ella asintió y vio como se iba. Al no verlo más, sacó del interior de una caja que estaba encima de su escritorio unos cuantos pañuelos y empezó a limpiarse las lágrimas que se le habían escapado. Darío que estaba apunto de pasar al balcón de la habitación de su hermano, retrocedió; había decidido quedarse con ella. Cuando iba a volver a entrar en la habitación, la vio llorar, algo que desde hacía tiempo no lo veía y había llegado a creer que Eugenia había pasado página pero no era así.  Darío cansado de esa situación pasó al otro balcón y vio que su hermano estaba todavía en su habitación y que aún no había bajado a cenar.
-Peter, ¿puedo hablar contigo?
-Si, dime-dijo el muchacho mirando a Darío.-Pero antes, ¿puedo decirte yo algo?-Darío asintió.-Verás, llevo unos días planteándome pedirle salir a Mariana y creo que mañana lo haré.
-¡¿Qué?!-exclamó el hermano mayor sorprendido.-No, no puedes hacer eso.
-¿Por qué no? Llevo un mes comiéndome la cabeza por Eugenia y me he dado cuenta de que no hay una solución para lo nuestro. Tengo que pasar página.
-No, no puedes-repitió.
-¿Por qué no?-volvió a preguntarle.-Creo que estoy en mi derecho ¿no crees?
-Peter, creo que va siendo hora de que las cosas se aclaren, así que hoy te contaré la verdad.
-¿Qué verdad?-preguntó Peter.
Darío respiró hondo, sabía que estaba yendo en contra de lo que le había prometido a Eugenia pero esa situación lo estaba volviendo loco aunque él no tuviese ningún tipo de papel en todo eso.
-Peter, todo lo que viste que pasó en casa de Eugenia el día en que cortasteis definitivamente, lo de que ella estuviera atada a una cama y que Nicolás estuviera allí, todo eso ocurrió por un plan que yo organice.
-¿Cómo?-preguntó Peter sin entender.
-Verás, Nicolás, como ya sabrías, llevaba desde que volvisteis de la casa de veraneo de nuestra tía, acosando a Eugenia todo el tiempo y un día decidí ayudarla porque no la podía ver de aquella manera. Así que organicé un plan, en el que Eugenia tendría que hacerle ver a Nicolás que quería acostarse con él pero cuando llegase el momento se tendría que echar atrás, eso enfurecería a Nico y cuando le diese uno de sus ataques de furia, nosotros lo grabaríamos todo con unas cámaras que instalaríamos antes. Todo había salido bien hasta que cuando Eugenia le dijo que no, él en vez de enfurecerse trató de dormirla poniéndole un somnífero en la coca-cola. Pero quien termino bebiéndose la coca-cola por motivos que no vienen al caso fui yo. Así que Nico utilizo cloroformo para dormirla y cuando tú la viste atada a la cama, se acababa de despertar y Nicolás se estaba aprovechando de la situación.
-¿Y que fin tenía todo ese plan?-preguntó Peter sin entender muy bien.
-Pues queríamos amenazar a Nicolás para que la dejara en paz o nosotros mostraríamos lo que las cámaras grabaron a la policía y él iría a la cárcel. Pero los vídeos de las cámaras solo lo utilizaríamos para amenazarlo porque Eugenia era incapaz de meter en la cárcel al hermano de su mejor amiga por muy mala calaña que fuera-hizo una pausa para que su hermano procesara la información.-Y bueno, las cámaras no grabaron ningún enfado de Nicolás pero si cuando él metió el somnífero en la bebida de Eugenia y también, desde la cámara que llevaba Eugenia en el sujetador se pudo grabar cuando la dejaba en ropa interior y alguna que otra cosa que Nicolás dijo cuando Euge estaba inconsciente, que la verdad no muy agradables para mi gusto.
-No puede ser…-decía Peter moviendo la cabeza de un lado para el otro.
-Pero, es. Eugenia hizo todo ese paripé para librarse de Nicolás pero en todo momento se sintió mal de hacerlo porque sentía que te traicionaba pero o era eso o seguir aguantándolo; no le quedaba otra cosa. Así que, hermanito, piensa y recapacita porque la chica que esta al otro lado de este muro vale la pena y mucho-comentó Darío dándole una palmada en la espalda para luego irse de la habitación.

Eugenia, después de que Darío se hubiese ido a su casa a cenar, se había sentado en un lugar donde había sido el sitio donde había llorado todos los días desde hacía un mes, en el rincón de su habitación. Un rincón desde donde podía ver prácticamente toda su habitación, un rincón donde Eugenia había estado en muchas ocasiones. La rubia se acurrucaba en sí misma mientras las lágrimas recorrían su cara. Trataba de parar pero no lo conseguía.
-Eugenia-dijo alguien entrando en la habitación por la puerta del balcón.
La rubia escondió la cara para que no la viera llorar.
-Vete, Darío-le dijo limpiándose la cara disimuladamente.
-Levántate.
-No, déjame. Quiero estar sola, por favor-le pidió.
-Eugenia, levántate.
La rubia lo miró, aunque lo veía borroso por las lágrimas y le preguntó mientras apoyándose en la pared se levantaba.
-¿Para qué?
El muchacho le agarró cuidadosamente por los brazos para ayudarla a incorporarse y cuando estaba a su altura sin dudarlo ni un segundo pasó una de sus manos por la cintura de la muchacha, la acercó a él y la besó. La besó de una manera dulce y romántica, de una manera que llevaba días deseando hacerlo, de una manera que él solo sabía hacerlo. Eugenia asustada le puso las manos en los hombros y lo alejó de ella. Cuando separó sus labios, le preguntó:
-¿Peter?
El muchacho sonrió afirmando la respuesta y volvió a besarla.

Continuará...

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