Peter le estrechó la mano y preguntó:
-¿Y la dueña del móvil?
-No ha podido venir-contestó Patrick.-Y
bueno, me encantaría quedarme a tomar un café contigo-dijo dejando ver su lado
femenino atraído por el muchacho de los ojos marrones que estaba sentado en
frente de él.-Pero me tengo que ir porque tengo que estar en mi trabajo
en…-miró su reloj de pulsera.-…media hora. Así que gracias por encontrar el
móvil-comentó tratando de coger el aparato que Peter sujetaba en su mano.
-De nada-le devolvió el móvil.-Lo único
que esperaba era un gracias de la dueña pero si no puede ser…
La conocida muchacha del vestido rojo,
es decir, Eugenia había llegado al bar dónde solía desayunar con frecuencia.
Estaba por abrir la puerta para entrar, cuando alguien a su espalda dijo:
-¿Eugenia?
Ella se quedó quieta sujetando el pomo
de la puerta pensando de quién sería esa voz que le resultaba tan familiar.
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-¿Eugenia? ¿Eres tú?-volvía a preguntar
la persona que permanecía de pie detrás de la chica.
Ella se giró y exclamó emocionada:
-¡Agustín!-lo abrazó con fuerza.
El muchacho le siguió el abrazo.
-Pero que coincidencia, eh-comentó él
separándose de ella.
-Si, mucha. Pero cuéntame, ¿qué haces
por aquí?
-Bueno, es una larga historia.
-Tengo todo el tiempo del mundo.
-Lastima que yo entro a trabajar dentro
de una hora-comentó el muchacho.
-¿En serio?-preguntó desanimada.-Pero,
tendrás aunque sea quince minutos para mi, ¿no?
-Por supuesto-le sonrió.- ¿Nos sentamos
en alguna de las mesas de la terraza? Es que estoy fumándome un cigarrillo y no
puedo entrar.
-¿Cómo? ¿Tú fumando?-preguntó
sorprendida.- ¿Desde cuándo?
-Desde que te deje de ver-contestó
sentándose en una mesa.
-¡Qué mentiroso!-exclamó la
muchacha.-Pero, bueno, cuenta. ¿Qué te trae por Sevilla?
-Trabajo-contestó.-Llevo como tres meses
viviendo aquí.
-¿En serio?
-Si, cuando terminé la carrera de
ingeniero me salió un trabajo aquí y sin duda acepte.
-Vaya, quién lo iba a decir-comentó.-Nos
conocimos en la Universidad y el día en que terminé la carrera de Turismo y me vine a vivir aquí con Patrick, creí que nunca
volvería a verte.
Flashback
Eugenia acababa de abandonar el lugar donde
había vivido toda su vida y se había mudado a Barcelona, al sitio a dónde
habían trasladado a su madre. La muchacha al no tomar cartas en el asunto
perdió la oportunidad de hacer la selectividad, así que durante ese año en que
no estaba ni en el instituto, ni en la universidad; estudio por su cuenta. Durante
esos 365 días, decidió cambiar radicalmente y para empezar decidió teñirse el
pelo de color chocolate. Con el tiempo, conoció a Patrick que era hijo de una
compañera de trabajo de su madre, y se hicieron muy amigos. Cuando llegó el
tiempo de la selectividad, Eugenia consiguió meterse en la carrera de turismo
que era lo que ella quería hacer desde hacia mucho tiempo.
En la universidad, ella no conocía a nadie,
excepto a Patrick pero él estaba haciendo una carrera de medicina y no tenían
asignaturas en común, así que a penas se veían ya que Eugenia prefería estar
sola que juntarse con el grupito de amigos del muchacho. En el primer mes de
universidad, se sintió un poco sola porque le costaba mucho hacer amigos, algo
que a la mayoría de los estudiantes de aquel sitio parecía ser que no. Un día
estaba caminando por uno de los tantos pasillos que tenía aquella universidad y
sin darse cuenta se le cayó el estuche. Un muchacho se dio cuenta y lo cogió
mientras le llamaba la atención a la muchacha, diciendo:
-Oye, chica. Se te ha caído esto-se acercó a
ella y se lo entregó.
-¡Ay, gracias!-le agradeció cogiéndolo.-
Estaba tan distraída que ni me he dado cuenta.
El
muchacho le sonrió.
-Tú eres Eugenia, ¿verdad?-le preguntó.
-Si, ¿cómo lo sabes?
-Me han hablado de ti.
-¿Quién?-preguntó sorprendida.
-Patrick, es amigo mío y bueno, si me
permites la observación me parece que está enamoradísimo de ti, solo sabe
hablar de Eugenia y más Eugenia.
-¿En serio? Seguro que te tiene a ti y a todo
vuestro grupo cansados de mí-sonrió.-Pero no creo que le guste porque él es…-se
quedó callada, quizás el amigo de Patrick con el que estaba hablando no supiese
sobre los gustos sexuales del chico.
-No, cansados, no. Solo nos sabemos gran
parte de tu vida y lo que te ha pasado, pero es interesante, en serio-le
sonrió.
-Cuando lo vea, lo mato.
El chico se rió.
-Pero no lo hace con maldad, Patrick es
así-dijo el muchacho.
-Lo sé, pero igualmente lo mato. En fin, me
tengo que ir porque en un rato empieza mi próxima clase. Adiós.
-Bien-se iba a dar la vuelta cuando se
detuvo.-Oye, ¿por qué no te vienes con Patrick y con nosotros esta tarde? Vamos
a salir y quizás te interese venir. Muchas chicas de nuestro grupo están
prácticamente en todas tus clases, así puedes conocerlas. ¿Te vienes?
Eugenia se quedó callada pensando que
contestar. A ella no le gustaban mucho las chicas con las que Patrick solía
juntarse.
-Está bien-contestó no rechazando la oferta
del chico.-Por cierto, ¡qué tonta! No te he preguntado… ¿cómo te llamas?
-Agustín, encantado-le dedicó una sonrisa.
Fin de flashback
-¿Recuerdas que después de que nos
conociéramos no nos separamos más?-comentó Eugenia.-Nos hicimos tan buenos
amigos.
-Muy buenos amigos hasta el punto de…
-De empezar a salir porque nos sentíamos
atraídos el uno por el otro.
-Exacto, pero después de dos años de
noviazgo, terminamos cortando porque nos estábamos volviendo realmente
empalagosos y estábamos poniendo en riesgo nuestra amistad con Patrick-dijo
Agustín apagando el cigarrillo.
-Sí, pero al final acabamos como amigos,
no acabamos tan mal.
-No tan mal, no. Pero ya no era nada
como antes. Tú terminaste tu carrera de turismo y a las pocas semanas decidiste
volver a tu lugar de origen, es decir, aquí. Y bueno, yo me quedé allí en
Barcelona terminando mi último año de carrera. Deseando acabar para ir en tu
búsqueda. Hasta que finalmente, aquí nos tienes casi año y medio después de la
última vez que nos vimos, sentados en una terraza de un bar charlando como si
nada-le sonrió.
-Y oye, ¿vienes a menudo por
aquí?-preguntó Eugenia.-Es que yo vengo día si y día también y nunca te había
visto.
-No, no. He venido hoy a acompañar a un
amigo que tenía que encontrarse con alguien.
-¡Oh, vaya! Pues agradécele a tu amigo
por haberte traído-le sonrió.-En serio, ¡qué de tiempo! ¡Qué de cosas tengo
para contarte y supongo que tú a mi también y qué poco tiempo tenemos!
-Bueno, si esta noche no tienes nada que
hacer podríamos quedar.
-No, hoy no tengo nada que hacer, así
que perfecto.
-Bien, pues podríamos quedar aquí para
cenar ¿te apetece?
Eugenia asintió con una sonrisa.
Mientras tanto en el interior del bar,
Peter seguía insistiendo que debía ver a la dueña del móvil fuera como fuese.
-Lo siento mucho-se disculpaba
Patrick.-Pero ella no ha podido venir-mintió sin saber cómo negarse a lo que el
chico le estaba proponiendo.-Así que vas a tener que conformarte con mi
agradecimiento-dijo Patrick dispuesto a irse.
-Espera, una última cosa-Peter lo
frenó.- ¿Cómo era el nombre de tu novia?
-María, ¿por qué?
-Es que la vi el otro día y había jurado
que era una antigua amiga mía pero…en fin, da igual. Adiós-comentó Peter con
una sonrisa.
Patrick se quedó un rato mirándolo un
poco extrañado y luego decidió irse, diciendo:
-Gracias y disculpa las molestias.
El rubio amigo de Eugenia salió del bar
y se marchó. Peter queriendo insistir una última vez y la definitiva, salió
corriendo del bar e intentó ir detrás del chico pero al salir, no lo vio; él ya
no estaba.
Agustín que estaba sentado en una mesa de
la terraza vio a su amigo salir del bar, extrañado lo miró. Eugenia que estaba
de espaldas a la puerta, se giró y vio a Peter de espaldas a ella mirando por
dónde se había ido Patrick. Se quedó quieta observando al muchacho, que de
espaldas le resultaba totalmente familiar. Se llevó la mano al pecho, se sentía
rara. Iba a acercarse a él para verle la cara, cuando Agustín le llamó la
atención:
-Eugenia
-Dime-contestó ella dejando de mirar al
misterioso desconocido que no lo era del todo.
-Toma, este es mi número-le entregó una
servilleta.- Llámame y concretamos la hora.
-Si, perfecto. Espera que te doy mi
número-comentó buscando un bolígrafo dentro de su bolso.
Cuando le fue a dar una servilleta con
el suyo, él ya no estaba. La muchacha totalmente aturdida por lo que acababa de
pasar, sonrió sin más.
Continuará....
casi se reencuentran!!! no puede ser quierO eugeter YA
ResponderEliminarme encanta
ResponderEliminarmas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove
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