Candela se acercó a una de las mesas que había en la terraza del bar y
se sentó mientras que Peter había ido al baño. Al entrar en el bar, se chocó
con una chica que estaba distraída buscando algo dentro de su bolso.
-Ui, perdón-dijo Peter tratando de verle la cara a la chica pero el
pelo se la tapaba.
-No te preocupes-contestó la muchacha, levantando por un momento la vista
hacia él y luego volviendo a mirar al interior del bolso mientras seguía
caminando hacia la salida porque tenía prisa.
Peter sonrió porque le había parecido muy guapa la chica. Se quedó
quieto recordando ese instante, ese segundo, en que pudo verle la cara a la
muchacha, cuando de pronto se preguntó a si mismo muy asombrado:
-¿Eugenia?
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Peter miró hacia atrás para ver a la chica pero ella ya se había ido.
Rápidamente salió del bar y miró hacia un lado y luego hacia el otro
buscándola. Al no verla se llevó las manos a la cabeza y resopló frustrado por
no haberla visto bien. Candela al verlo, le preguntó:
-¿Qué te pasa?
-¡Candela!-exclamó acercándose a la mesa donde la muchacha estaba
sentada.- ¿Has visto a una chica con un vestido rojo salir del bar?
-Si, ¿qué pasa con ella? No me digas que quieres…por Dios Peter, un día
te pido, un día.
-No, no, no es eso-la interrumpió.- ¿Por dónde se ha ido?
-Se ha montado en un coche que ha pasado por aquí.
-¿Y te has fijado en la matricula?
-¿Fijarme en la matricula?-preguntó sin entenderle.-Por supuesto,
Peter-habló irónicamente.-Lo primero que hago cuando veo un coche, es mirar la
matricula. Es un hobby que tengo-lo miró sin comprender nada.-Pero, ¿qué te
pasa?
-Nada, no me pasa nada. Sólo que me estoy volviendo loco-suspiró y se
sentó en la silla de en frente a Candela.-Cande, me parece que esa chica era
Eugenia.
-¿Eugenia?-preguntó asombrada.-Es imposible que sea ella, Peter.
-Lo sé, pero era tan parecida…
-¿Parecida? Peter no se si te habrás fijado pero la chica de la que me
hablas era morena, tenía el pelo incluso más oscuro que el mío.
Peter se quedó callado mirando fijamente a su amiga mientras intentaba
recordar la cara de la muchacha. Suspiró y cerró los ojos mientras por su
cabeza emergían imágenes de lo que había pasado hacia ya cinco años.
“Flashback”
Era el día del cumpleaños de Eugenia. Peter acababa de enterarse de que
posiblemente iba a ser padre de un bebé que Mariana estaba esperando y no había
sido el único en enterarse de esa noticia; la cumpleañera también lo había
escuchado.
Peter y Eugenia estaban en un parque, bajo la lluvia, hablando de la
nueva noticia cuando Eugenia decidió marcharse de aquel lugar. Peter la retuvo
y la besó. Ambos se besaron bajo la lluvia mientras las gotas los empapaban
cada vez más hasta que finalmente Eugenia se despidió de él y salió del parque.
Estaba cruzando la calle cuando un coche la arrolló y su cuerpo fue a parar
metros más lejos de donde caminaba. Peter lo había presenciado todo. Salió
corriendo hacia ella y vivió en primera persona como la rubia perdía la
consciencia mientras le daba un último beso. Minutos después, llegó la
ambulancia, que la llevaría al hospital.
Cuando ya estaban allí, el muchacho se quedó en la sala de espera
mientras se volvía loco por no tener ninguna noticia de lo que estaba
ocurriendo en alguna de las tantas salas que contaba aquel hospital donde
estaba aquella chica a la que había querido más que a nadie. Solo sabía llorar
y culparse por todo lo que estaba pasando. Se sentía totalmente responsable y
se torturaba por ello.
La madre de Eugenia junto con el hermano y la novia al poco tiempo de
que la enfermera los llamase, estaban allí. Nada más llegar el hermano de
Eugenia, Pablo, fue hacia el muchacho y le preguntó grotescamente:
-¿Qué ha pasado?
-Ha sido todo culpa mía-contestó Peter mientras lloraba mirando el
suelo.
-¿Qué ha pasado?-volvió a preguntar más cabreado.
-Había llevado a Eugenia a un hotel para celebrar su cumpleaños; hoy
por la mañana se ha enterado de algo que nos hizo discutir. Una cosa llevó a la
otra y bueno…ella cruzó la calle sin mirar y…-empezó a llorar otra vez.
-Tú no tienes la culpa-dijo Sol sentándose al lado del
muchacho.-Eugenia cruzó sin mirar y bueno…tú no podías haber hecho nada-intentó
consolarle.
Pablo se sentó al lado de Sol, y apretó el puño tratando de guardar la
calma. Las horas pasaban y seguían sin saber qué estaba sucediendo con Eugenia.
Todos tenían los nervios a flor de piel y poco les faltaba para perder la calma
ya que todas las enfermeras que pasaban por allí no sabían nada. Finalmente, un
médico que acababa de salir de la sala dónde se encontraba Eugenia, se acercó a
María, la madre, y empezó a hablar con ella. Peter permaneció quieto en su
sitio mientras observaba los rasgos del doctor tratando de adivinar si eran
buenas o malas noticias. Los segundos que duraron aquella conversación fueron insufribles
para el muchacho pero finalmente pudo escuchar lo único que deseaba oír; habían
conseguido salvarla. Peter empezó a llorar pero esta vez de alegría. No podía
creer que volvería a escuchar la dulce voz de aquella muchacha. Pasaron los
días, y Eugenia mejoraba favorablemente
hasta el punto de poder volver a casa. Peter por las noches iba a visitarla en
secreto, ya que Pablo no quería verlo por allí, al menos por aquellos días. La relación
entre él y la rubia había quedado estancada, ninguno de los dos sacaba el tema.
Preferían no hacerlo. Eugenia tenía en mente una idea sobre su futuro, aunque
por aquel entonces no sabía que hacer, con el paso del tiempo, lo decidió.
Peter, se despertó una mañana, estaba por ir al instituto cuando
encontró sobre su escritorio una carta. Era de Eugenia. La abrió y empezó a
leer:
“Hola, Peter. Te escribo esta carta como una forma de despedirme por
escritura porque sé que soy incapaz de decirte adiós a la cara. ¿Y, por qué
adiós? Bueno, pues porque me marcho. Me voy para siempre, Bedoya. No aguanto
más esta situación de no saber qué hacer con lo nuestro y lo que nos pasa el
uno con el otro. Así que creo que la solución más fácil es esta, el irme lejos
es lo mejor para los dos, ¿no crees? Así nos olvidaremos de lo que sentimos, se
acabará el sufrimiento y podremos rehacer nuestras vidas por caminos distintos.
Espero que seas feliz con Mariana y vuestro bebé. Te deseo lo mejor en
la vida porque a pesar de todo eres una gran persona a la que querré siempre en
lo más profundo de mi alma.
No soy de esas personas que saben expresar sus sentimientos porque como
estas comprobando no sé que decirte. Así que lo hago breve. Te quise, te quiero
y siempre te querré en el fondo de mi corazón aunque estemos lejos. Nunca te
olvidaré y por favor, no me odies por esto, solo lo hago porque creo que es lo
mejor y lo más conveniente. Adiós, tu Julieta”.
“Fin de flashback”.
-¿Estás bien?-preguntó Candela al verlo aturdido.
-Perfectamente-contestó sonriéndole.
-Bueno, lo que te decía, Peter. Es imposible que sea Eugenia, ella se
fue lejos y no creo que vuelva nunca más. Así que no te comas la cabeza con que
si es o no es esa chica porque a parte de que era morena, Eugenia sería incapaz
de volver.
-Pero se ha podido teñir el pelo ¿o no?-preguntó Peter antes de que
llegara el camarero para tomarles nota.
Candela se quedó un rato mirando a su amigo mientras él pedía lo que
quería para tomar, pensando si realmente tendría razón. Ella no quería creer en
falsas esperanzas de volver a ver a su antigua amiga, quería aceptar la
realidad cómo era; Eugenia no volvería más. Peter totalmente opuesto a los
pensamientos de Candela, no pensaba convencerse a sí mismo de que esa no era
Eugenia, al contrario pensaba volver al bar por si la volvía a ver, pensaba
tomar cartas en el asunto. Deseaba volver a ver a Eugenia, no por qué todavía
sintiese cosas por ella, sino porque deseaba preguntarle y echarle muchas cosas
en cara, como por ejemplo la cobardía de huir.
La chica del vestido rojo, estaba dentro del coche que había pasado a
recogerla. Estaba sentada en el asiento del copiloto mientras que a su lado
estaba un chico que rondaba los 25 años. El chico era rubio de pelo corto, con
los ojos marrones, muy guapo. Mientras que ella tenía 23 años, su
estatura era media. Su piel era blanca como la nieve y suave. Tenía el pelo de
color chocolate, que le llegaba hasta un poco más abajo de los hombros; sus
ojos eran verdes y tanto su boca como su nariz eran proporcionales a la figura
de su cara. Tendía a llorar con facilidad por cualquiera cosa. Era tímida, le
costaba relacionarse con los demás, amable y muy simpática con las personas con
las que tenía confianza. La muchacha estaba nerviosa, llevaba un buen rato
buscando su móvil dentro de su bolso y no lo encontraba pero además de no
encontrarlo en pocos minutos tenía una cita con los padres del muchacho que iba
a su lado a la que estaba llegando tarde.
-¡Joder!-exclamó
dejando de buscar.-No lo encuentro.
-Bueno,
no te preocupes. Te lo habrás dejado en casa y si no lo encuentras, te compras
otro.
-Claro,
¿y qué hago con mis contactos?
-Los
buscas, yo que sé. Pero por dios tranquilízate-le sugirió el chico mientras
esperaba a que el semáforo cambiase de color.
SERA EUGE??? ay quiero que aparezca ya!! me encanta tu nove
ResponderEliminarmas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas novemas nove mas nove mas nove mas nove
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