Eugenia
abrazándolo levantó la cabeza y vio en el baño algo que le llamó la atención.
Al momento se separó de él y fue a ver si lo que estaba viendo era cierto.
-¿Un
jacuzzi?-preguntó metiendo la mano dentro del agua.
-Si y
también hay una ducha con sauna.
-¿En serio?
Él asintió
sonriendo.
-Eres…eres
perfecto, Bedoya-dijo Eugenia acercándose a él para besarlo.-En serio, me
encantas.
-Bueno,
tranquila que la noche acaba de comenzar.
Peter la
agarró de la barbilla y la besó.
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Para Eugenia
y Peter la velada romántica acababa de comenzar. Les habían traído la cena
y ambos estaban sentados dentro del
jacuzzi en ropa interior con una copa de champán.
-¿En serio
que no tienes hambre?-preguntó Peter mirándola.
-No-la rubia
empezó a reírse de la nada.
-¿Qué te
pasa?
-Nada, que
las burbujitas del champán me… ¡uuf!
-¿Ya estas
borracha?
-¿Qué?
No-contestó entregándole la copa para que la pusiera lejos de ella.
La rubia
echó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos. Peter no pudiendo resistir
besarla, lo hizo y pasó su brazo por su espalda para ayudarla a sentarse encima
de él con las rodillas apoyadas en el jacuzzi. Eugenia abrió los ojos y lo miró
fijamente.
-¿A que no
sabes qué?-preguntó Peter acariciándole la mejilla.-Te quiero. Mucho, más de lo
que imaginas.
-Y yo a ti.
La rubia lo
besó una vez más. Siguieron con los besos y Peter lentamente deslizó sus manos
hasta el cierre del sujetador de Eugenia. Separó un poco sus labios de los de
ella y preguntó:
-¿Puedo?
Eugenia
asintió y lo volvió a besar.
Peter le
desabrochó el sujetador y mediante caricias fue deslizando los tirantes del
sostén por los brazos de la muchacha hasta finalmente quitárselo. Eugenia
separó sus labios de los de él y lo miró con una gran sonrisa. Peter lentamente
acercó su mano al cuello de la rubia y fue bajando poco a poco la mano mientras
le acariciaba el cuerpo. La muchacha cerró los ojos y disfruto de las
sensaciones que le producía sentir su piel en contacto con la de él. Cuando
Peter llegó a la zona de los pechos de la rubia; la respiración de Eugenia se
entrecorto haciéndola sonreír.
-Me habrás
acariciado miles de veces y todavía no me he acostumbrado…-comentó ella
respirando hondo.
Peter le
sonrió y tras llevar su mano a la nuca de la muchacha, junto sus labios con los
de ella de una forma tierna y dulce. Ambos lentamente, mientras se besaban, se
dejaron llevar.
Las horas
pasaban y se acercaba la medianoche. El móvil de Peter empezó a sonar, el
muchacho que ya había salido del jacuzzi hacia un rato, se enrolló una toalla
alrededor de la cintura y fue a buscar su móvil que estaba encima de la cama.
Lo cogió y miró quién llamaba. Al ver quién era, pulsó el botón rojo sin
pensarlo ni un momento. A los pocos segundos, volvió a sonar. Dudando un poco
si cogerlo o no. Decidió hacerlo. Posiblemente así lo dejaría en paz.
-¿Qué
quieres?-preguntó Peter nada más acercarse el móvil a la oreja.
-Necesito
hablar contigo.
-Ahora no
puedo. Mañana hablamos.
-No, esto no
puede esperar, Peter-insistió.
-Adiós,
mañana hablamos-y colgó.
Peter
creyendo que podría volver a llamar, puso el móvil en vibración y lo dejó
encima de la mesita de noche.
-¿Todo
bien?-preguntó Eugenia apareciendo en la habitación con un albornoz.
-Estupendamente-contestó
el muchacho tumbándose bocarriba sobre la cama.
-¿Seguro?-insistió
acercándose a la cama.-Te veo un poco raro-dijo Eugenia subiéndose en la cama y
sentándose encima de Peter con una rodilla a cada lado del cuerpo del muchacho.
-No, solo
estoy un poco cansado por lo que hemos armado en el jacuzzi-sonrió.
-¡Uh! Y yo
que pensaba abusar un poquito más de ti-bromeó empezando a besarle el cuello al
muchacho.
-Bueno, tampoco
estoy tan, tan cansado.
-¿Ah, no?
Mejor, entonces-le sonrió y continúo con los besos.
Eugenia fue
bajando hasta el pecho de Peter y pensaba continuar más abajo pero el sonido
que producía la vibración del móvil del muchacho contra la madera, hizo que
ella parase.
-Peter, te
están llamando.
-Ignóralo-comentó
el chico besándola.
-Pero-dijo
separando sus labios de los de él.- ¿Y si es importante?
-No
creo-contestó.
-¿Quieres
que…?-empezó a preguntar apunto de coger el móvil de encima de la mesilla de
noche pero él se adelanto y lo agarró antes.
Peter miró
la pantalla del aparato y vio que era la misma persona de antes. Mariana. Pulsó
el botón rojo y se llevó el móvil a la oreja haciéndole creer a Eugenia que
había atendido.
-¿Si?-Peter
empezó a crear una conversación.- ¿Qué quieres Darío? No, no voy. Adiós,
anda-hizo como que colgaba y a continuación apagó el móvil.-Ves, no era nada. Mi
hermano preguntando si hoy cenaba en casa.
-¡Ah! ¿Él no
sabía que hoy…?
-Si, pero se
le habrá olvidado-le sonrió.-Bueno, ¿en que estábamos?
Eugenia lo
miró de una forma pícara y lo besó, volviendo a dejarse llevar.
Así pasó la
noche, ambos demostrándose el uno al otro el amor que sentían de una forma
pasional, muy pasional. A la mañana siguiente, Peter se despertó y estaba solo
en la cama. Levantó la cabeza y la vio mirando por la ventana. Sigilosamente se
levantó de la cama y se acercó a ella por detrás y la abrazó cubriendo a ambos
con la sábana. La rubia al sentir sus brazos por su cuerpo, lo miró y le
sonrió.
-Feliz
cumpleaños, preciosa-le dio un beso en la mejilla.
-Gracias, mi
amor-lo aferró más a su cuerpo.
-¿Qué haces?
-Miro caer
las gotas de lluvia en la ventana.
-¿Está
lloviendo?
-Si, así que
hoy no voy a tener fiesta de cumple. Tendré que celebrarlo otro día-lo miró con
una sonrisa.
-Bueno, tú
no te preocupes por eso. Disfruta que hoy es un día muy especial.
En ese
momento el teléfono de la habitación empezó a sonar, Peter le dio la sábana a
Eugenia y fue atender.
-¿Si?
-Señor,
perdone que le moleste-habló el recepcionista.-Aquí hay una muchacha que lo
está buscando. Dice que se llama Mariana Esposito. ¿La dejo pasar?
-¡No!-exclamó
Peter nervioso.
El timbre de
la habitación sonó, así que Eugenia viendo que Peter no podía ir, se vistió la
ropa y fue abrir. Era el camarero con el desayuno. La rubia al verlo, se alegro
porque tenía mucha hambre. Cuando el hombre dejó la bandeja sobre la mesa, se
marchó. Eugenia al ver toda la comida, no se pudo resistir a coger una tostada
y empezar a comer.
-Dígale que
en diez minutos bajo-dijo Peter cada vez más nervioso y después de eso, colgó.
-¿A quién le
tiene que decir que en diez minutos bajas?-preguntó Eugenia, entrando en la
habitación.
El muchacho
tragó saliva y se quedó unos segundos en silencio mientras pensaba que decir.
Continuará...
QUE QUIERE MARIANA!!! PASO ALGO ENTRE ELLOS?? NO PORFAVOR
ResponderEliminarQue no separe a euge y pitt
ResponderEliminarmas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas nove mas novemas nove mas nove mas nove mas nove
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