jueves, 23 de agosto de 2012

JF2. Capitulo 10: Saltarse pasos

Capitulo anterior:
Los chicos empezaron a llamar a los contactos de Agustín para que vinieran a la fiesta; iban lo más rápido que podían, su amigo no podía olerse nada de la sorpresa. Peter acababa de llamar a los contactos de la D, y ahora empezaba con los de la E. Miró a todos los que tenía y se detuvo en el nombre de ‘Eugenia’. Se quedó mirando la pantalla del aparato, donde ponía el nombre y el número; y vocalizó en voz baja:
-Eugenia…
-¿Eugenia?-preguntó Luca al escucharlo.- ¿Qué pasa con ella?
-¿Qué? No, no es nuestra Eugenia es la novia de Agustín.
-¿Novia?
-Bueno, según él, amiga pero al final terminarán haciendo algo-Peter se rió.-Bueno, voy a llamarla.
Peter apuntó el número en su móvil, pulsó la tecla verde y se llevó el celular a la oreja. Esperó a que atendiera y…
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Patrick y Eugenia estaban en su piso, cuando el móvil de ella empezó a sonar. Patrick, que estaba en el salón, fue a la habitación de Eugenia y cogió el teléfono; ya que ella se estaba duchando. El muchacho se acercó a la puerta del baño y gritó:
-Euge, te están llamando.
-Cógelo y dile que estoy en la ducha.
Patrick pulsó el botón verde y se acercó el móvil a la oreja:
-¿Si? ¿Quién es?-la otra persona ya había colgado.

-No me lo coge-dijo Peter.-Bueno, después la volveré a llamar.
-Si, tú mejor continúa con los demás que todavía nos queda unos cuantos-comentó Luca.

Eugenia salió de la ducha enrollada en una toalla y fue en busca de Patrick. Lo encontró sentado en el sofá.
-¿Quién era?
-Ni idea, cuando fui a cogerlo ya habían dejado de llamar-le extendió el móvil y ella lo cogió.
-Oh, vaya-comentó mirando el número de esa persona en las llamadas perdidas.
Se quedó pensativa.

-Voy un momento al baño, ahora vuelvo-dijo Peter dejando su móvil sobre la mesa del despacho de su amigo.
-Vale, pero no tardes-comentó Luca marcando un número de la agenda de Agustín en su propio móvil
En ese momento el teléfono de Peter empezó a sonar. Luca se apresuró a levantarse de la silla y asomarse por la puerta de su despacho para ver si veía a Peter, al no ser así. Agarró el móvil de su amigo y atendió:
-¿Diga?
-Hola, me acaban de llamar desde este número y no me ha dado tiempo a atender-explicó la persona que llamaba.
-Oh, si. ¿Eres Eugenia, la novia de Agustín?
-Bueno, novia como quien dice novia-se quedó callada.-Si, soy yo.
-Verás, es que un amigo y yo estamos organizándole a Agus una fiesta sorpresa porque como sabrás en dos días es su cumpleaños. Entonces queríamos saber si podemos contar contigo.
-Si, por supuesto y es más si queréis os echo una mano.
-Ah, perfecto. Nos vendrá bien una mano más-comentó Luca.- ¿Te parece bien que mañana mi amigo pase a recogerte para que vayáis a comprar las cosas para la fiesta?
-Si, si; pero si puede ser antes de las doce mejor; porque después no estoy, tengo que irme a trabajar.
-Si por supuesto. Tú no te preocupes que mi amigo está ahí a las diez-se rió.- ¿Me pasarías tu dirección?
-Oh, si. Calle Buenos Aires, número 2. 3º D-Luca apuntó la dirección.
-Ya está, ya la he apuntado; y oye te sonará raro pero tu voz me suena un montón.
-¿En serio? Quizás incluso nos conozcamos y todo-se rió.- ¿Cómo  te llamas?
-Luca.
Eugenia se quedó callada y se llevó la mano al pecho. Tras un breve silencio, ella preguntó:
-Luca, ¿qué más?
El muchacho estaba a punto de contestarle cuando Peter entró en el despacho, interrumpiéndole:
-Luca, tengo que volver al trabajo, me necesitan. ¿Continúas tú solo?
-¡Sh!-siseó el muchacho que hablaba por teléfono.-Bueno, te tengo que dejar. Así que quedamos en eso, mañana a las diez mi amigo te pasa a buscar. Besos.
Tras eso, colgó.
-¿Quién era?-preguntó Peter cogiendo su móvil.
-Eugenia, la novia de Agustín. Decía que quería ayudar con la sorpresa, así que tú-apuntó a Peter con el dedo.-Mañana irás a buscarla a su casa para ir a comprar las cosas para la fiesta. Esta es su dirección-le entregó un papelito.
-Espera, pero ¿por qué tengo que ir yo con ella? ¿Por qué no vas tú?
-Porque yo soy un hombre serio, que tiene una novia seria con la que pasa muy poco tiempo. Ya que solo la ve o por las mañanas o por las noches cuando regreso de trabajar. Así que no me vas a privar de las pocas horas que tengo para disfrutar de Candela porque al señorito no le apetezca salir más temprano de alguna cama de alguna pobre chica con la que hoy pasarás la noche.
-Pero, ¡cómo pueden herir las palabras en boca de algunos!-exclamó Peter.
-Por dios, no te hagas el ofendido que nos conocemos de hace años y sabes que tengo razón.
-Está bien, me sacrificaré e iré con ella-Peter resopló.-Pero ahora me voy a seguir con mi trabajo porque yo también soy un hombre serio.
Luca se echó a reír.

Se hizo de noche; y como de costumbre, Peter llevaba a Agustín a su casa. Por el camino, los chicos iban charlando:
-¿Te puedes creer que hoy he estado todo el día buscando mi móvil porque lo había perdido y ahora en la salida me lo ha devuelto un compañero de trabajo que decía que lo había encontrado al lado de la máquina de café?
-¡Oh, qué locura!-exclamó Peter con ironía.
-No, no. Lo raro es que yo hoy no he ido en ningún momento a la máquina de café.
“Al final Luca tenia razón; tendríamos que haberle dicho a nuestro compañero de trabajo que dijese que lo encontró tirado en el baño”-pensó Peter.
-Pero bueno Agus, no te comas la cabeza con eso, piensa que ya lo has encontrado y que dentro de un rato, por fin, veras a tu novia.
-Eugenia, no es mi novia.
-Bueno, tu amiga-rectificó.
Finalmente, Peter llegó a casa de Agustín, lo dejó allí y después se fue a su casa. Pensaba llegar, ducharse, arreglarse y salir a buscar, como todas las noches, a alguna chica guapa con la que divertirse.

Agustín y Eugenia tenían pactado que cada vez que quedasen, irían turnando el lugar. Una vez sería en algún bar cerca de la casa de él y la siguiente en el bar preferido de ella. En esa ocasión, les tocaba en el bar donde se conocieron, es decir, cerca de donde vivía Eugenia. La muchacha cuando llegó al bar, vio que Agustín ya había llegado. Sorprendida, se acercó a él y lo saludó con un beso en los labios. Él le sonrió y llamó a la camarera para que fuese a tomar nota de lo que quería la recién llegada.
-¡Vaya, vaya!-dijo Luna acercándose a ellos.-Mis clientes favoritos-les sonrió.- ¿Te pongo lo de siempre?-preguntó mirando a Eugenia, que asintió con la cabeza.-Perfecto, marchando un malibú con piña.
El transcurso de la noche fue bien, todo iba con normalidad hasta que las cosas empezaron a ir hacia una dirección que Agustín no quería ir, o eso pensaba él, pero al momento cambió de idea. La muchacha había empezado a besarle el cuello a Agustín, algo que lo incómodo, y en el momento, en que le desabrochó el primer botón de la camisa, él la detuvo.
-Euge, ¿estas borracha?
-Estoy lo suficientemente sobria como para que no te sientas culpable si hacemos algo esta noche.-hizo una pausa.-Sé lo que hago.
-Euge, no creo que debamos.
-Vamos, Agus. Llevo un mes tratando de que me hagas caso.
El chico se quedó callado un instante, hasta que dijo:
-Espera un momento, ahora vengo.
Se levantó de la silla y fue al baño. Al entrar, sacó su móvil de su bolsillo y llamó a un amigo suyo.
-¡Agustín!-exclamó la otra persona al atender.- ¿Qué te ocurre?
-Necesito que me hagas un favor.
-Dime.
-Necesito que me dejes tu casa-hizo una pausa.-Verás, estoy con Eugenia y bueno, mi casa está muy lejos de aquí y entre que llamo al taxi, viene y nos lleva a casa…en fin, con solo pensarlo se me quitan las ganas; y no podemos ir a la casa de ella porque está su compañero de piso…
-Pero, espera-lo interrumpió.- ¿No era que vosotros erais solo amigos e ibais despacio?
-Íbamos, tú lo has dicho. Ahora preferimos saltarnos unos cuantos pasos. ¡Vamos, Peter, ayúdame!
-Espera, un momento-dijo el muchacho del otro lado del teléfono.
Peter se acercó a la chica con la que estaba y le preguntó si vivía sola. Al ser afirmativa la respuesta, le dijo a Agustín:
-Está bien, te dejo mi casa a cambio de dos condiciones.
-Dime.
-Una, que te saques de una maldita vez el carnet de conducir y dos, que mañana cuando acabéis, me cambiáis las sábanas, ¿entendido?
-Si, muchas gracias, Peter, te debo una.
-De nada, y por cierto hay una llave enterrada en la maceta de los jazmines que hay en la entrada. ¡Qué te lo pases bien!

A la mañana siguiente, Eugenia se había despertado con dolor de cabeza, necesitaba urgentemente tomar café. Se levantó de la cama y miró a Agustín, que seguía dormido. Se puso la ropa interior y bajó a la cocina a preparar café.
Peter había llegado a su casa, abrió la puerta y vio ropa tirada en el suelo de la entrada. Entró, cerró la puerta y fue en aquel momento en que recordó que le había prestado la casa a Agustín. Sintió la necesidad de tomar café para despejarse y fue hacia la cocina…

Continuará...

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