Al cabo de
un rato, el otro hermano gemelo entró en la habitación, volviendo a despertarlos
a ambos, diciendo:
-Peter,
despierta porque vamos a llegar tarde como no saques tu culo de ahí.
Darío se
acercó a la cama y los destapó a Peter y a Eugenia. Cuando vio a la rubia,
preguntó sorprendido:
-¿Eugenia?
¿Habéis vuelto?
-No, Darío
no es lo que crees-dijo Eugenia medio dormida mientras se estiraba.-Solo hemos
dormido juntos.
-¡Exacto!-exclamó
Peter, que se quedó callado un momento, mirando a la rubia.- Espera, ¿cómo lo
has llamado?
Eugenia
sorprendida porque no se había dado cuenta de lo que había dicho, se llevó la
mano a la boca.
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------
-Eugenia, no
me lo puedo creer-decía Peter mientras se levantaba de la cama.-Así que en todo
momento sabías quien era.
-Bueno,
Peter, tus ojos son inconfundibles, lo siento.
-Pero mira
que te gusta mentir, ¡eh!-comentó Peter mirándola.
-Habló, el
que se hace pasar por su hermano. Perdona que te diga Peter pero toda la noche
has intentado que crea que eras Darío.
-Te equivocas,
solo te oculte la verdad. Tú desde un principio me llamaste Darío y bueno, yo
no te lo negué, solo eso.
-Eso es
mentir, aquí y en la China-dijo Eugenia muy enfadada.-Pero mira será mejor que
me vaya-dijo levantándose de la cama.
-Si, eso
vete y no admitas que cerraste la puerta de tu balcón adrede para dormir
conmigo.
-¿Qué yo
qué? Pero si el que me insistió para que me quedara y por poco no me ruega de
rodillas fuiste tú.
-Más
quisieras-dijo Peter acercándose a ella.
-¡Imbécil!-exclamó
la rubia mirándole con rabia.
-¡Creída!
-Arrogante.
-Mentirosa.
-No, yo no
soy…-se quedó callada.-Mira hazme un favor, vete con tu Mariana y comed
perdices pero una cosa te digo, tengo cuidado con no atragantarte, idiota.
-Tranquila
que lo tendré y tú…
-¿Y yo
qué?-preguntó Eugenia acercándose todo lo posible a él.
-Venga,
besaros ya de una vez-dijo Darío que desde la puerta observaba lo que estaba
pasando.
Peter y
Eugenia miraron al que acababa de hablar y luego se miraron el uno al otro. Se
quedaron así un buen rato, hasta que finalmente la rubia resopló y se marchó,
no sin antes despedirse de Darío con un adiós mientras bajaba las escaleras de
una manera furiosa, dejando claro que estaba enfadada. El padre de los chicos
vio a Eugenia y se acercó a la puerta de la habitación de Peter y preguntó:
-¿Esa que
acaba de salir de casa es Eugenia, la vecinita?
Peter se
tiró sobre su cama y metió la cabeza debajo de la almohada, no tenía ganas de
escuchar a su padre.
-¡Exacto!-exclamó
Darío contestando a su padre.
Tiempo más
tarde, Eugenia llegó al instituto, aun malhumorada por lo que había pasado
hacia tan solo una hora. Entró en clase y aún no había llegado el profesor de
historia, así que bajó su silla de encima de su mesa y se sentó, soltando la
mochila en el suelo. Candela que la vio llegar, se acercó a ella y ambas
empezaron a hablar. Al cabo de unos minutos, Eugenia vio a Darío entrar por la
puerta y aproximarse a ella, y antes de que él pudiera decir nada, le dijo:
-No quiero
hablar de eso.
-Esta
bien-comentó Darío sentándose en la silla de al lado de la muchacha con una
sonrisa en la cara.
-¿Qué
pasa?-preguntó Candela sin entender nada.
-Lo que te
conté, Cande-le contestó Eugenia.-Es que en serio, no lo entiendo-hizo una
pausa.-Tu hermano-le habló a Darío.-Es un idiota. ¿A que no sabes qué?
-Dime-dijo
Darío mirándola.
-Esta mañana
cuando volví a mi casa, me entere de que Peter ni si quiera fue a llamar al
timbre de mi casa anoche, y para que después diga que yo soy la que quería
dormir con él.
-Los dos
queréis estar el uno con el otro y sois dos tontos que…en fin, dos
tontos-comentó Darío.
Eugenia miró
a su amiga que asentía con la cabeza, dejando claro que estaba de acuerdo con
lo que el muchacho acababa de decir.
A los pocos minutos sonó el timbre que
anunciaba el inicio de las clases. A primera hora tenían historia, así que se
empaparon con hechos antiguos, algo realmente aburrido para algunos y muy
interesantes para otros. Al finalizar la clase, Eugenia salió al pasillo para
estirar un poco las piernas. Mientras hablaba con un compañero de clase, vio a
Peter pasar a su lado y creyó haber escuchado que el muchacho decía algo.
-Me
disculpas un momento-le dijo Eugenia al compañero con el que estaba hablando y
fue detrás de Peter.-Perdona-dijo agarrándole de la muñeca.-Cuando has pasado
al lado de la puerta de mi clase, me pareció escuchar algo…¿puede ser que me
hayas llamado creída?
-Puede ser,
no. Te he llamado creída-le contestó dándose la vuelta para mirarla.
-Si yo soy
creída, tú eres un imbécil.
-Y tú una mentirosa-volvían
a empezar a discutir mediante insultos.
-¿Mentirosa,
yo?-se rió.-Así que mi hermano te cerró la puerta en la cara antes de que
pudieras explicarle lo que me había pasado ¿no?
-Eso no es
mentir. A eso se le llama modificar un poco la verdad.
-¿Modificar
la verdad?-preguntó Eugenia entre risas.-Peter, te inventaste una realidad
paralela. No llamaste al timbre, y estoy completamente segura de que ni si
quiera saliste de tu casa.
-Si salí.
-Bueno, pero
eso es lo de menos. Lo que realmente me esta comiendo la cabeza es… ¿cuál fue
el motivo que te llevó a, según tú, modificar la realidad? ¿Puede ser que
querías que durmiera en tu casa? Y otra incógnita que me tiene muy intrigada,
¿por qué te hiciste pasar por tu hermano?-hizo una pausa.-Bah, mejor dicho.
¿Por qué dejaste que yo siguiera pensando que tú eras Darío?-preguntaba
mientras se iba acercando a él cada vez más.- ¿Por qué no me dijiste que eras
Peter?
Eugenia lo
miraba fijamente a los ojos, quería que le contestara aunque ya sabía las respuestas
a todas las preguntas. Peter se quedó callado mirándola hasta que finalmente la
rubia siguió hablando:
-La verdad,
no hace falta que me contestes; ambos sabemos cual es la respuesta.
-¿Ah sí? ¿Y
cuál es, según tú?
-Me sigues
queriendo como a nadie a pesar de que, según tu deducción, yo estuve jugando a
dos puntas contigo y con Nicolás.
-Ves como
eres una creída.
-Seré lo que
tú quieras, si admites que tengo razón-lo miró.-Pero en fin, será mejor que me
vaya antes de que te meta en más problemas con tu novia.
-¿De qué me
estas hablando? ¿Qué novia?-preguntó Peter.
-Mira hacia
la puerta de tu clase, Mariana lleva un buen rato mirándonos de una forma muy
descarada. Seguramente este celosa, así que mejor me voy-le sonrió.- Espero que
tengas una buena mañana, adiós-le dio dos palmadas en el pecho y se marchó.
-Algún día
entenderé la mente femenina-se dijo Peter así mismo volviendo a su clase.-Bah,
mejor dicho, algún día entenderé la mente de Eugenia.
Pasaron las
horas y al fin sonó el timbre de las tres. Todos salieron despavoridos de aquel
lugar, que para muchos era un infierno. A los veinte minutos los dos hermanos
gemelos habían llegado a casa. Peter había invitado a Mariana a comer a su
casa, ya que tenían que hacer un trabajo sobre la crisis de la actualidad. Toda
la familia estaba sentada en la mesa, comiendo y charlando.
-¡Qué
alegría que mi hijo al fin haya encontrado a una chica que valga la
pena!-exclamó el padre de los chicos mientras se reía.-Y no a esa… ¿cómo se
llamaba?
-Eugenia-dijo
Darío mirando con mala cara a su padre.-Y por favor papá no hables mal de ella.
-¿Qué pasa,
Darío? ¿Ahora eres tú quién la defiende?
-Si, porque
es mi cuñada-dijo el muchacho sin pensar en lo que decía.-Quiero decir…-intentó
arreglarlo al ver la cara que Peter había puesto.
-Ex…-dijo
Mariana en voz baja.
-¿Cómo?-preguntó
Darío mirándola.
-No, nada,
que está buenísima la comida. Los felicito por tener a una excelente cocinera
como esposa y madre.
-Veis, nada
que ver esta muchachita con la Eugenia esa-comentó el padre y después soltó una
carcajada.
-¡Papá!-exclamaron
los dos gemelos a la vez.
Darío, el
hermano mayor por dos minutos sonrió mirando al hermano pequeño, que bajaba la
vista hacia su plato muy pensativo.
Continuará...
suigue me encanta!!
ResponderEliminarquiero reconciliacion ya!!!!!!
ResponderEliminarM
ResponderEliminarA
ResponderEliminarS
ResponderEliminar