martes, 7 de agosto de 2012

Capitulo 62: Orgullo

Capitulo anterior:

Peter se quedó mudo, no sabía que decirle sobre todo lo que ella acababa de decir. Trató de comentar algo sobre el asunto, pero de forma espontánea le cambio de tema.
-Mariana, será mejor que bajemos ¿no crees?
-No, espera-le dijo agarrándole del brazo.-Peter, perdóname. Se que ha sido una locura por mi parte decirte esto en este momento en que te encuentras inestable emocionalmente porque hace poco que cortaste con Eugenia, pero necesitaba hacerlo y si hace falta te esperaré. Esperaré a que te olvides por completo de tu ex; te juro que lo haré si tú me lo pides.
-Mariana, el problema es que no se si…
-No, no digas nada-lo interrumpió.- Piénsalo antes, por favor. Y bueno, para ayudarte a pensarlo, yo…
Mariana se acercó a él y lo besó. Peter se quedó quieto, exactamente igual a la primera vez que ella lo besó y dejo que pasara sin más.
Findefalshback.
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Peter cansado de pensar en lo que había ocurrido aquella tarde, salió al balcón a tomar un poco de aire. Cuando se apoyó en la barandilla, escucho a alguien carraspear para llamarle la atención. El muchacho sospechando de quien se trataba, sonrió disimuladamente, se alegraba de que ella estuviera allí. Miró hacia el otro lado del balcón y preguntó grotescamente, ocultando lo que le hacía sentir verla:
-¿Alguna vez podré salir al balcón y no verte aquí?
-Parece ser que no-contestó ella mirándolo.
-¿Qué haces ahí arriba?-preguntó al verla, otra vez, sentada sobre la barandilla.
-Te lo dije ayer, despejar la mente. Me gusta hacerlo y creo que tú  deberías probar. Últimamente tienes una cara de amargado que deprime a cualquiera.
-Bájate de ahí-le sugirió ignorando lo que acababa de decir.
-No me da la gana.
-Bueno, está bien. Mátate si quieres.
-Te encantaría que me matara ¿verdad?
-No, para nada.-le contestó el muchacho.-Yo llego a odiar a las personas hasta un cierto límite, pero eso de desearle la muerte como que no.
-Así que me odias…-dijo la rubia mirándolo.
-Yo no he dicho eso.
-Pero tampoco lo contrario.
-No tengo por qué.
Eugenia miró al cielo y contempló la luna, al igual que él. En aquel momento se había producido un silencio. Ninguno de los dos hablaba, solo miraban aquel hermoso satélite que relucía gracias a la luz del sol. Peter suspiró haciendo que Eugenia lo mirase y le preguntase:
-¿Qué te pasa?
-Nada.
-Yo no diría lo mismo, pero si no quieres contármelo, no pasa nada.-la rubia volvió a mirar al cielo.
Peter la miró y se quedó así un rato hasta que dijo:
-Mira que somos raros.-ella lo miró haciendo que él mirase hacia otro lado.-Si fuésemos personas normales, ahora mismo yo estaría enfadadísimo contigo y…
-Y yo estaría detrás de ti como un perrito faldero o me haría la dura y te echaría toda la culpa a ti.
-Pero en vez de eso, míranos. Estamos aquí compartiendo prácticamente el mismo aire, sin gritarnos y…bueno sin gritarnos.
-Quizás sea por algo. Quizás no estás enfadado porque sabes que yo sería incapaz de jugar a dos puntas y quizás yo no te echo la culpa porque se que fui yo quien metió la pata no contándote mi propósito.
-¿Qué propósito?-preguntó el muchacho mirándola.
Eugenia pensaba contarle de una vez la verdad pero al instante cambió de idea.
-Nada que te importe-le contestó de manera borde.
-Pero, ¿por qué eres así?-preguntó sin entenderla.
-Porque soy así, y si no te gusta, lo siento. Y ahora, me voy porque no soporto seguir viendo tu cara de amargado.
-Yo también te quiero-habló irónicamente.
-Yo no.-le dijo con una gran sonrisa dibujada en la cara.
Eugenia bajó de la barandilla con cuidado y se metió en su casa, cerrando con fuerza su puerta de cristal.

Al cabo de un rato, Darío fue a visitar a Eugenia, ya que quería saber si había averiguado algo más sobre la jugosa información que había encontrado aquella tarde. Entró en la habitación, diciendo:
-Euge, perdón pero no he podido venir antes porque…-se cayó al verla sentada en un rincón de su cuarto, acurrucada en si misma.- ¿Qué haces ahí?
La rubia sin decir nada, levantó la cabeza y dejo ver su lloroso rostro.
-¿Por qué lloras?-le preguntó el muchacho sentándose a su lado.
-Por lo de siempre, Darío-le dijo con la voz entrecortada.
-Pero si parecía que estabas superando la ruptura-comentó él abrazándola con fuerza.
-Parecía, tú lo has dicho-hizo una pausa para tomar aire.-Como tú me habías dicho que Peter delante de mí se hacía el duro, pues bueno, yo decidí hacerme la dura delante de él y mi forma de ser dura es tratar mal a las personas. Pero por mucho que lo intento no puedo aguantar la situación. Quiero estar con él pero…
-Pero, nada. Tú estarías con él si le hubieses explicado todo el propósito que querías conseguir con lo que hiciste con Nicolás pero no. Eres complicada y te lo callas.
-No soy complicada, el problema es que quiero que él venga y me lo pregunte pero si no viene es por algo, es porque no le interesa, no le importa.
-O por que es tan orgulloso como tú que no está dispuesto a ir detrás de ti pidiendo explicaciones, igual que tú no estás dispuesta a ir detrás de él dándole explicaciones-dijo Darío separándose un momento de ella para mirarle a la cara.- ¿Tengo o no tengo razón?
-Posiblemente.
-Entonces, ¿estas dispuesta a dar tu brazo a torcer e ir a hablar con él?
Eugenia se quedó callada pensando que contestar.

Los días pasaron y hacia ya un mes en que Eugenia y Peter estaban separados. La muchacha se había negado a ir detrás, al igual que él por su parte también lo había hecho. Ninguno daba su brazo a torcer, eran igual de orgullosos, aunque la rubia se estaba dando cuenta de que posiblemente la que tendría que dar el primer paso era ella; ya que había sido la que no había ido con la verdad por delante desde un primer momento. Pero claro, se había dado cuenta un poco tarde, unos 30 días tarde.
Desde la última vez que hablaron Peter y Eugenia en el balcón, no volvieron a dirigirse la palabra y si lo hacían era para insultarse el uno al otro, y así poco podían arreglar. La muchacha solo sabía sufrir en silencio pero siempre tratando de que nadie la viera. Él también la pasaba mal pero al menos tenía en alguien en quien apoyarse; en Mariana. Darío, con el tiempo había pasado a ser el confidente de Eugenia, pero ella trataba de contarle lo más mínimo sobre como se encontraba emocionalmente, así que intentaba reír, divertirse... Mientras que Peter hacía exactamente lo mismo pero con Mariana que intentaba aprovecharse en todo momento para que él diese el paso para empezar una relación con ella, algo a lo que el muchacho intentaba negarse fuera como fuera. Él quería mucho a Mariana pero tan solo como una amiga, creía que era una chica fantástica pero no la veía con los mismos ojos que ella lo veía a él. Faltaba poco para que empezase diciembre y un poco más para que le diesen las vacaciones de Navidad.
Eugenia estaba en su cuarto terminando de hacer los deberes para el día siguiente, cuando Darío entró por el balcón de la habitación, gritando con alegría:
-¡Lo encontré! ¡Lo encontré!
-¿El qué?-preguntó Eugenia dejando sus cuadernos a un lado para coger la hoja que el muchacho traía en la mano.
-Encontré por qué Mariana quería huir de la fama-se sentó en la cama.

Continuará...

4 comentarios:

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