Agustín que estaba sentado en una mesa de
la terraza vio a su amigo salir del bar, extrañado lo miró. Eugenia que estaba
de espaldas a la puerta, se giró y vio a Peter de espaldas a ella mirando por
dónde se había ido Patrick. Se quedó quieta observando al muchacho, que de
espaldas le resultaba totalmente familiar. Se llevó la mano al pecho, se sentía
rara. Iba a acercarse a él para verle la cara, cuando Agustín le llamó la
atención:
-Eugenia
-Dime-contestó ella dejando de mirar al
misterioso desconocido que no lo era del todo.
-Toma, este es mi número-le entregó una
servilleta.- Llámame y concretamos la hora.
-Si, perfecto. Espera que te doy mi
número-comentó buscando un bolígrafo dentro de su bolso.
Cuando le fue a dar una servilleta con
el suyo, él ya no estaba. La muchacha totalmente aturdida por lo que acababa de
pasar, sonrió sin más.
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Era de noche, y aquel día estaba por
acabar. Peter había perdido la oportunidad de comprobar si la chica del vestido
rojo era Eugenia, aunque según él estaba todo dicho; no era ella. Así que había
decidido pasar del tema; Candela había ganado.
-Tenías razón, no era Eugenia-comentó
Peter sentándose en el sofá al lado de su amiga.
-¿En serio? ¿La has visto?
-No, no la he visto pero no es ella.
-¿Y cómo lo sabes?
-Pues porque hoy me he encontrado con el
novio de esta chica para devolverle el móvil y me ha dicho que se llama María.
Así que caso cerrado, no es ella.
-Peter-dijo Candela mirándolo.-Eugenia
también se llamaba María, o sea su nombre era María Eugenia, quizás…
-No, Cande-la interrumpió.-No es ella y
ya esta. Lo mejor es olvidarlo y seguir con nuestras vidas como si no hubiese
pasado nada-le sonrió.-Y hablo en serio, por culpa de esta chica he estado dos
días sin…
-¡Peter!-exclamó la muchacha callándolo
para que no lo dijera.-Porque estés más de dos días a dos velas tampoco pasa
nada.
-¿Qué?-preguntó el sin entenderla.-No me
refería a eso. Te iba a decir que por culpa de esta chica he estado dos días
sin dejar de pensar en Eugenia.
-Ah-vocalizó Candela.-Creía que…
-Pero, no. Ahora que lo dices tienes
razón. Me he pasado dos días a pan y agua. Dios estoy perdiendo facultades-se
lamentaba.-En fin-dijo levantándose del sofá.-Tendré que volver a la caza.
-¿En serio?-preguntó Candela.-No podrías
ser como antes, alguien normal.
-No, me gusta más esta faceta. A parte,
amiga mía, aprovecha.
-¿Qué aproveche, qué?
-Mira, te comento algo como quién no
quiere la cosa-hizo una pausa.-Luca se está duchando-se rió y se fue a su
habitación.
Candela hizo oído sordo a lo que Peter
le acababa de decir y siguió viendo la televisión. A los dos minutos, las
palabras de su amigo volvieron a sonar en su cabeza. Se levantó del sofá y fue
al baño. Dudando y un poco nerviosa, abrió la puerta diciendo:
-¿Se puede?
-¡Ocupado!-exclamó el muchacho mientras
se enjabonaba.
-Luca, soy Candela. ¿Puedo hablar
contigo?-preguntó entrando y sentándose sobre la tapa del bate.
-¿Ahora? ¿No puede ser, después, cuando
haya terminado?
-Si, claro-contestó y se quedó allí,
esperando a que acabase.
-Cande-dijo Luca tras un rato.- ¿Me
parece a mí o no te has ido?
-No, es que estoy esperando a que
acabes.
-¿Y no puedes esperar fuera?
-Es que es importante lo que te tengo
que decir-contestó la muchacha.
-Está bien-contestó Luca apagando el
grifo de la ducha.-Pásame la toalla.
La muchacha se levantó e hizo lo que le
había pedido. Luca tras enrollarse la toalla a la cintura, corrió la cortina y
salió de dentro de la bañera.
-Dime, ¿de qué querías
hablarme?-preguntó él sentándose en el filo de la bañera, cerca de Candela.
La muchacha lo miró de arriba abajo y de
abajo arriba para finalmente detenerse en el rostro del chico, que esperaba a
que le respondiese.
-Verás…es que…yo…-empezó a tartamudear.
-¿Es que…tú…qué?
-Yo…-vocalizó poniéndose cada vez más
nerviosa.-No se que hacer para cenar-dijo sin pensar.- ¿Tú que me sugieres? ¿Pasta,
lasaña…?
Luca la miró extrañado y contestó:
-Si quieres esta noche cocino yo. Pero,
¿en serio era esto lo que me ibas a decir?
-Perfecto, hoy cocinas tú. Adiós.
Candela se levantó de encima del bate y
salió rápidamente del baño. Al cerrar la puerta, se encontró de frente con
Peter.
-Vaya, vaya-vocalizó el muchacho pasando
delante de Candela con una sonrisa en la cara.
-¡No es lo que crees!-exclamó ella
yéndose a su cuarto totalmente avergonzada.
Patrick, acababa de llegar a su
apartamento después de estar todo el día trabajando en el hospital de la
ciudad. Él era enfermero. Toda esta vocación profesional le venía de su padre
que era un médico ya jubilado que le había implantado desde niño la idea de tener
la misma profesión que él. Pero Patrick siguiendo en parte esa idea prefirió
ser enfermero que no tenía tanta responsabilidad en sus manos como un médico.
El muchacho fue a su habitación, dejó
sus cosas sobre la cama y fue a buscar a Eugenia. Ella estaba en su cuarto,
arreglándose porque esa noche había quedado con Agustín para cenar; y ya habían
concretado incluso la hora y el lugar aquella tarde. A las diez, en el
bar-restaurante dónde se habían reencontrado.
-Hola-saludó Patrick entrando en la habitación.
-Hola, al fin has llegado. Creía que no
te iba a ver hasta mañana.
-¿Y eso?-preguntó sin entenderla.
-Estoy por salir, he quedado-sonrió.
-¿Ah, si? ¿Con quién?
-No te lo vas a creer, pero esta mañana
me he encontrado con Agustín.
-¿Agustín? ¿Nuestro antiguo amigo de la
universidad?
-El mismo.
-Vaya, vaya. Así que hoy no duermes en
casa-bromeó el chico.
-¿Qué? Si. Esta cita es una simple cita
de amigos que hacen mucho que no se ven, nada más-le explicó.
-Si, una simple cita de amigos que
fueron novios, ahora son exs y llevan un tiempo sin verse. ¡Vamos, María!
Suéltate el pelo.
-¿Cuántas veces…?-la muchacha empezó a
hablar.
-¿Cuántas veces te he dicho que no me
llames María?-dijo Patrick imitando a Eugenia.
-¡Exacto!-exclamó ella dándose los
últimos retoques.-Me suena raro que me llames así.
-Está bien, desde ahora pasaré a
llamarte Eugenia, como todo el mundo.
-Gracias-le sonrió.-Y por cierto, ¿qué
tal fue el encuentro con el tío que encontró mi móvil?
-Rarísimo. No dejaba de insistir en ti.
-¿En serio?
-Si y la verdad que no era feo, le
podría hasta haber dado tu número para que hablase contigo pero parece ser que
estas ocupada con otro ¿no? Así que me lo que yo ¿vale?
-Nunca cambiarás, eh Patrick-se rió y lo
miró.-Ya estoy lista.
Patrick la contempló de arriba a bajo y
exclamó:
-¡Uau! ¿Y así, pretendes volver esta
noche a casa?-se rió contagiando a la muchacha.
Peter ya había salido de su casa, y
mientras conducía, pensaba hacia dónde podía ir a buscar alguna chica con la
que pasar la noche, hasta que se acordó de la camarera del bar dónde se había
topado con la chica del vestido rojo y se dispuso a ir allí. Al llegar y
estacionar el coche, entró en el bar. Se sentó en la barra y buscó con la
mirada a la camarera. Ella estaba sirviendo unas bebidas en una de las tantas
mesas. Cuando la chica se acercó a la barra, se dio cuenta de la presencia del
muchacho. Lo miró y sonrió disimuladamente moviendo la cabeza de un lado al
otro. Peter pidió una cerveza al camarero que estaba detrás de la barra y de todas
las veces que ella se acercaba para recoger algún pedido, él la ignoraba y ni
siquiera la miraba. La chica sabiendo lo que Peter trataba de hacer, prefirió
ponérselo fácil. La muchacha se acercó a él y le dijo en voz baja:
-¿Me estas esperando?
-¿Qué?-preguntó Peter mirándola.-Ah,
hola. Pero mira quién está aquí pero si es… ¿cómo era tu nombre?
-Luna.
-¡Oh, Luna! Bonito nombre-le sonrió.-
¿Qué tal todo?
-Vamos, no te hagas el tonto-hizo una
pausa.-Salgo a las diez.
-¡Qué bien! Me alegro por ti. En nada ya
estarás en tu casa descansando.
La camarera sonrió y se fue a seguir con
su trabajo.
Eran cerca de las diez cuando una
muchacha de ojos verdes penetrantes entró en el bar. Peter seguía a la camarera
con la mirada, que esta vez estaba detrás de la barra y ya no atendía a los
clientes sentados en las mesas. Eugenia tímidamente se dirigió a sentarse en
una de las mesas vacías y pasó por detrás de Peter. El muchacho sintió un dulce
olor a perfume que procedía de alguien que se situaba a su espalda y en su cabeza
emergieron las imágenes del momento del choque con la chica del vestido rojo y
el olor del perfume que había sentido en aquel instante. El muchacho creyendo
que se estaba volviendo excesivamente loco, sonrió y bebió de su lata de cerveza.
Continuará....
Porfavor que se encuentren ya!!!! Que estoy que muero de nervios ...Siguela Prontooooo ;)
ResponderEliminarSolo comento...que falta poco...! xD pero no digo en que cap porque os desvelo cosas x)
Eliminarsi porfavor quiero reencuentro ya!!!
ResponderEliminarME ENCANTA
ResponderEliminarMAS NOVE MAS NOVE MAS NOVE MAS NOVE MAS NOVE MAS NOVE MAS NOVE MAS NOVE MAS NOVE MAS NOVE MAS NOVE MAS NOVE MAS NOVE MAS NOVE MAS NOVE MAS NOVE MAS NOVE MAS NOVE MAS NOVE MAS NOVE MAS NOVE MAS NOVE MAS NOVE MAS NOVE MAS NOVE MAS NOVE MAS NOVE MAS NOVE MAS NOVE MAS NOVE MAS NOVE MAS NOVE MAS NOVE MAS NOVE MAS NOVE MAS NOVE MAS NOVE MAS NOVE MAS NOVE MAS NOVE
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